Un autobús infunde en los estudiantes el espíritu de Halloween
Para muchos estudiantes, el otoño puede ser una época divertida del año. Ellos esperan con expectación el clima fresco del otoño, ver deportes con la familia, quizás recoger manzanas o poner decoraciones afuera y, por supuesto, Halloween.
Desde escoger su disfraz hasta ver los disfraces de sus amigos, la celebración de Halloween es una de las épocas favoritas del año para muchos. El espíritu de Halloween también puede ser contagioso para aquellas personas que interactúan con los estudiantes y son testigos de su deleite.
Este, por ejemplo, es el caso de Jim Christie, conductor de autobús del Distrito 59. Además de sus otras responsabilidades en el Departamento de Transporte del distrito, su actual ruta de autobús incluye recoger a algunos de los estudiantes más pequeños en el nuevo Centro de Aprendizaje Preescolar y estudiantes con necesidades especiales. Christie, quien ha sido conductor de autobús en el distrito durante ocho años, deleita a los niños decorando su autobús a tono con el espíritu festivo.
“Halloween parecer atraer más su atención y entusiasmo por lo de los disfraces, de los cuales empiezan a hablar desde septiembre”, dice Christie. “Ellos disfrutan viendo las decoraciones de Halloween cuando empiezan a aparecer en las casas a lo largo de la ruta. Durante la semana de Halloween, contamos calabazas de camino a la escuela”.
Christie también decora su autobús para otras ocasiones, incluyendo el Día de San Valentín y el Día de San Patricio. Si Halloween no cae en un día escolar, él decora el autobús el día que los niños lucen sus disfraces en la escuela.
Esto también le brinda una excelente manera de comunicarse con los estudiantes e iniciar conversaciones, lo que para Christie es una de las razones principales para celebrar el espíritu festivo. Él alegremente recuerda una historia en la que un estudiante con necesidades especiales, que nunca antes había pronunciado palabra alguna en su autobús, se subió a su autobús en Halloween.
“Mientras su madre lo ayudaba a entrar al autobús en Halloween, él se detuvo al tope de la escalera y gritó: ‘¡Mira, hay calabazas por todas partes!’”, recuerda Christie. “Durante al menos dos semanas luego de eso, se subía al autobús, sonreía, daba los buenos días y me preguntaba si ese día teníamos calabazas en el autobús. Eventualmente dejó de preguntar por las calabazas, pero durante el resto del año siempre dio los buenos días”.